Los frenéticos días previos de una elección que observa el mundo

Taiwán se prepara para vivir una jornada que será observada con detenimiento por Beijing, que intentó de todas formas intervenir en su proceso

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Ko Wen-je, del Partido Popular de Taiwán (TPP), Lai Ching-te, del gobernante Partido Democrático Progresista (DPP), y Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT), posan para una foto en el primer discurso electoral televisado en la ciudad de Nuevo Taipéi, Taiwán, el 20 de diciembre de 2023 (Reuters)
Ko Wen-je, del Partido Popular de Taiwán (TPP), Lai Ching-te, del gobernante Partido Democrático Progresista (DPP), y Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT), posan para una foto en el primer discurso electoral televisado en la ciudad de Nuevo Taipéi, Taiwán, el 20 de diciembre de 2023 (Reuters)

Globos espías. Satélites que atraviesan el espacio aéreo y causan alarma en toda la población. Vuelos que cruzan límites geográficos. Bloqueos. Acoso marítimo. Suba de aranceles. Prohibición de comercializar productos. Olas de fake news. Interferencia en redes sociales. Acosos diplomáticos alrededor del mundo.

Son los días previos a una campaña electoral frenética que agitó nervios en Taiwán, pero sobre todo en China que intentó por todos los medios imponer sus condiciones para que los comicios se vean comprometidos por sus propios intereses. Básicamente, Beijing no quiere que el actual partido gobernante, el Partido Democrático Progresista (DPP, por sus siglas en inglés). continúe en el poder. Debió soportar desde mayo de 2016 a una presidenta, Tsai Ing-Wen, que le resultó un absoluto dolor de cabeza. Ahora, el vicepresidente en funciones, Lai Ching-Te, es quien tiene mayores probabilidades de ganar este 13 de enero cuando 19.3 millones de personas concurran a emitir su voto.

El candidato oficial tiene una larga experiencia como político. Médico de formación, Lai fue legislador, alcalde de una importante ciudad sureña -Tainan- y primer ministro de la presente administración. Tiene claro, además, que el régimen conducido por Xi Jinping representa una amenaza para la vida democrática taiwanesa, pero sobre todo para la idea de progreso personal que consiguió la población a lo largo del tiempo. Es por eso que Beijing no ve con buenos ojos su ascenso.

Como recuerda The Economist, fue en 1996 cuando una reiterada crisis en el estrecho lo comprometió por completo. “Mi momento decisivo llegó cuando la aventura militar china interrumpió el transporte comercial a Taiwán y amenazó nuestras costas con ejercicios de fuego real y misiles. Decidí que tenía el deber de participar en la democracia de Taiwán y ayudar a proteger este incipiente experimento de quienes deseaban hacerle daño”, escribió en julio pasado el candidato en una larga columna en The Wall Street Journal. En el Partido Comunista Chino (PCC) tomaron nota de cada una de las palabras del postulante.

En ese mismo artículo, Lai fijó cuatro puntos para reforzar la seguridad de la isla. Acelerar las capacidades en el combate asimético y mayor cooperación con aliados; reforzar la supremacía tecnológica a partir de los semiconductores y buscar, al mismo tiempo, una diversificación de la economía; fomentar alianzas democráticas para diferenciarse de los sistemas autocráticos; y, finalmente, pragmatismo y consistencia en estrecho, es decir, mantener el statu quo.

Esto último se contrapone con el temor que subsiste en Beijing, luego de que en 2017 el candidato dijera que era un “trabajador de la independencia de Taiwán”. Si acaso Lai intentara emprender esa temeraria aventura, las consecuencias podrían ser aún más delicadas. En la actualidad -y en los hechos- la isla ya es una nación independiente de China continental. Quizás no haga falta sensibilizar pasiones. Mucho menos en momentos en que los datos económicos preocupan cada vez más al PCC y un intento de autonomía formal podría servir de excusa perfecta para unificar a su poblacion en torno a un falso nacionalismo. Estados Unidos observa.

Durante toda la campaña electoral, China se ha esforzado en intentar la demolición moral de la población taiwanesa. Amenaza a los votantes con la posibilidad de que el país se vuelva más inseguro y que la economía se desacelere si Lai gana las elecciones del sábado. Es decir: invasión, boicot y bloqueo. Extravangate forma de seducción. ¿Quién querría ser gobernado por aquel que promete rayos y centellas?

Pero Lai no tiene el camino allanado. La base electoral joven que votó a la actual presidente Tsai ya creció. La inflación y la dificultad para acceder a un hogar generan descontento e incertidumbre. ¿Podrá el DPP dar vuelta esa situación? El candidato oficial también agita fantasmas. Cree que el triunfo de alguno de sus oponentes -sobre todo del candidato del partido Kuomintang, Hou Yu-ih- podrían significar, a largo plazo, una amenaza para las libertades y la vida democrática de la isla y que Beijing tomaría ventaja de esa supuesta debilidad.

En las últimas horas, Lai -al frente en la mayoría de las encuestas, aunque no por amplio margen- insiste en que mantendrá el statu quo y en que buscará restablecer el diálogo con Beijing, basado siempre en el respeto mutuo de la igualdad y la dignidad. “La paz no tiene precio y la guerra no tiene vencedores”, declaró en rueda de prensa, aunque aclaró: “La paz sin soberanía es como Hong Kong. Es una paz falsa”.

Hou, por su parte, fue duro y agitó el fantasma de la guerra. Señaló que el DPP elegiría ese rumbo si triunfara en las urnas. “¿Qué camino están tomando? El camino de la guerra. ¡El camino que lleva a Taiwán al peligro, el camino que lleva a la incertidumbre!”. La campaña del miedo -atravesada además por las interferencias de Beijing- parece estar balanceada por todos los postulantes en la isla. Todos inyectan esa adrenalina.

Ko Wen-je es el tercer candidato que se filtra en la disputa. Intenta colocarse entre ambos contendientes. Es el líder del Partido Popular de Taiwán (TPP, por sus siglas en inglés) que mantiene buenos lazos con el DPP y con el Kuomintang. “China no tiene intención de entrar en guerra con Taiwán, pero sigue existiendo el riesgo. China es una dictadura y la mayoría de las guerras son impredecibles, por lo que Taiwán debe tener cuidado. La disuasión y la comunicación son muy importantes. Debemos aumentar el coste de la guerra (para Beijing). Sin embargo, queremos hablar con China”, dijo Ko hace unos días en entrevista con The Associated Press. Al parecer, con su narrativa logró interesar a parte del electorado más joven.

Pero a medida que se acerca la fecha, el régimen autocrático aumenta la presión. La retórica belicista y confrontativa que fue dejada parcialmente de lado durante algunas semanas -sobre todo en los días y semanas que rodearon la cumbre de Xi con Joe Biden en San Francisco el 15 de noviembre pasado- creció en las últimas horas.

Mao Ning, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, cruzó el comunicado conjunto de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur que resaltaron la importancia de mantener la paz en el estrecho y en el Indo-Pacífico. “Ciertos países no regionales han tratado de mostrar su fuerza y de incitar a la confrontación en el Mar Meridional de China, lo que no conduce a la paz y la estabilidad en la región. Quiero enfatizar que Taiwán es una parte inalienable del territorio de China, y que la cuestión de Taiwán es completamente un asunto interno de China y no admite ninguna interferencia extranjera”, dijo la funcionaria.

Llamativa bandera de soberanía la de Beijing, un régimen empecinado en interferir en procesos electorales en todo el mundo.

X: @TotiPI